24 junio 2024
Federico Nogueda Berdeja
Cada vez que escucho la reflexión o el debate hacia la reforma al poder Judicial de la federación, por parte de los opositores, se observa una especie de malestar adelantado, una proyección no deseada, a esos nuevos vientos de cambio de participación ciudadana, que están a la vuelta de la esquina.
Pero al mismo tiempo ese debate a la reforma Judicial, hay mucha curiosidad y morbo, algo que había estado prohibido e impensable de realizar, por el desempeño que han estado jugando la Suprema Corte y sus ministros, magistrados y jueces, de acuerdo al presidente AMLO de estar con las minorías.
Esa relación con lo prohibido con el poder judicial y las minorías económicas que no se ha dejado de señalar por parte del jefe del Ejecutivo federal, hace que se entre a una etapa de la reforma sin retorno, aunque la califiquen de simulación las consultas que se van a realizar a los sectores de la sociedad, porque según ellos AMLO ya lo tiene planchado todo, por la mayoría calificada que es Morena en la Cámara de diputados.
Independientemente de todo lo que se pueda decir, argumentar de lo absurdo que signifique la reforma, de que ahora se puedan elegir a los ministros, magistrados y jueces, para que sean votados, por elección popular, porque la costumbre en ese poder a sido otra, es decir, tomar globalmente el hábito o la práctica de algo, que se ha tenido en el poder Judicial.
Es todo un ritual la costumbre, independientemente que sea a propuesta del presidente de la República su designación y votada por el Senado, ser ministro, magistrado o juez, en la concepción actual, significa un origen, abolengo, algún otro apellido que se uso en el virreinato, esos apellidos largos con muchas ‘y’, para enlazar el último apellido.
Es también una forma de comportarse, de lenguaje, callados y observadores a la vez, o sea, regularmente bien vestidos, las ministras en su mayoría con trajes sastres, es un estilo de vida jurídico social, por ello, la reforma para elegir ministros les parece absurdo, incomprensible.
Además de argumentar, que la reforma al poder Judicial es un autoritarismo, una sumisión a otro poder, donde puede convertirse un México de un solo poder.
No obstante, hay sectores que ven una reforma que fortalecerá a la democracia y al sistema de administración e impartición de justicia en México, el propio embajador de EU en México, Ken Salazar dijo que, su país está interesado para que México cuente con un poder Judicial fuerte.
Que funcione para avanzar en temas de seguridad, como la extradición de infractores de la Ley, si los propios estadounidenses que son una democracia avanzada, ven con buenos ojos la lección de ministros a través del voto ciudadano, no puede quedar ninguna duda, de su beneficio.
Ahora, nos asalta una pregunta al estilo Nietzsche, ¿Por qué todos los miembros del poder Judicial, si están siendo cuestionados por años, que no están haciendo bien su trabajo en la procuración y administración de justicia, por qué no comenzaron hacer autocríticos, como muestra de una voluntad de ir arreglando los problemas?
¿Por qué no comenzaron ellos mismos de someter a esos jueces señalados de corruptos, y ministros con proyectos donde se extralimitaron y favorecieron a otros intereses? Nunca lo hicieron, no se encontró ni la mínima voluntad de ir transitando, a una autocritica y revisión.
Hoy ya están rebasados, aunque ya demasiado tarde acusaron de coacción al ex ministro presidente, Arturo Zaldívar, un ministro en su momento que simpatiza con el proyecto de nación de la 4 Transformación.
Y porque no investigaron a jueces que han liberado a infractores porque simplemente no estaba bien la dirección, o no le pusieron una coma, a pesar de estar acusados de homicidio. Que candidez.
Esta reforma al poder Judicial, debe de ser una gran lección histórica para todos sus integrantes, que cabe señalar con sus honrosas excepciones, hay todavía jueces honestos, que han hecho bien la aplicación de justicia.
federicosol@yahoo.com.mx